lunes, 5 de julio de 2010

Asumido

Pero aún veo el perfil de su cabeza, la sombra de su cuerpo inclinado sobre mí, el brillo de sus ojos entre rasgos brumosos; y todavía siento sobre mi espalda una lengua de fuego, el rayo que me recorrió al oír sus palabras, un relámpago de felicidad pura y completa. Creo que levité, floté... Todavía hoy, tantos meses después, me pican tontamente los ojos cuando lo recuerdo.

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